Las bandas latinas de Madrid se financian vendiendo armas que «atraviesan chalecos antibalas»
Las bandas latinas de Madrid se financian vendiendo armas que en conversaciones interceptadas por la Guardia Civil son de las que «atraviesan chalecos antibalas». En una de estas conversaciones grabadas del líder de los Dominican Don’t Play (DDP), A.C.A.C., ofrece una «Makarov 9 mm., 9 balas 1.500 euros, Fort 9mm. 12 balas 1.500 euros, también tengo algo que atraviesa chalecos antibalas y blindados», mostrándole la imagen de «un arma corta de fuego», según refleja el atestado realizado por la Guardia Civil de Toledo tras la desarticulación de los DDP de Seseña (Toledo).
Cuando el líder de los DDP fue señalado como sospechoso por intento de homicidio de un pandillero rival de los Trinitarios la Guardia Civil le «pinchó» el teléfono y una vez detenido se le extrajeron del mismo varias imágenes que lo relacionaban con la venta de armas y el tráfico de drogas entre otras actividades ilegales. Al parecer, A.C.A.C. había contactado con un ciudadano de nacionalidad rumana, D.S.D., que usaba el pseudónimo Frate Meco 2, que, según la Guardia Civil, «dispone de gran variedad de armas detonadoras modificadas, munición para su uso de fuego real, así como de los conocimientos necesarios para la modificación de las mismas». Una vez adquiridas las armas, ACAC «las ofrece a otros compradores», explica en su informe la Guardia Civil. Luego el líder de los DDP en Seseña habría revendido esas armas por una pequeña diferencia de precio que fue a engordar las cuentas de la banda en este «coro» de Seseña.
De las conversaciones interceptadas se desprende la acusación de tráfico de armas contra la organización de los DDP y que las armas que venden están manipuladas: «¿El número de serie de la tola está borrado? Está o no trucado, ¿de fogueo de verdad no son, verdad?», pregunta un posible comprador a lo que el líder de los DDP responde que «todas se venden trucadas, todas a 300. Esa es normalita, es automática». En otra conversación ACAC, alias Perú, explica que dispone de una Glock: «Le dije que mañana baje una Glock, que la tiene en su casa de adorno». En algunos casos las pistolas modificadas llegan a costar desde 300 a 600 euros e incluso 1.500 euros las más sofisticadas.
Las charlas entre el proveedor, Frate, y los miembros de la banda era constantes. Un miembro de la banda de los DDP de Villaverde (Madrid) identificado como JMAR, alias Opus, habla con Frate después de que le pida 500 euros por un arma: «Cabrón cómo tan cara, tío, la Walter P99, si yo tenía una Walter P99, pero con cruz en el cañón, me la compré a 250». A lo que le responden «es puta marca de Alemania, muy cara, muy cara (…)». Opus le da la razón e incluso argumenta que «sí, ya lo sé, me la quitó la policía y se quedaron flipando, misma pistola que ellos».
La organización, incluso se interesó por la compra de armas largas: «¿No hay fusiles de asalto traumático o que se puedan preparar». La respuesta no se hizo esperar demasiado y Frate ofrece un «Bruni de 8 mm 10+1 por 550 euros». Luego ambos continúan hablando si las balas traumáticas pueden llegar a matar o no. Frate le da un dato al posible comprador: «He visto el vídeo disparando las botellas. Ten en cuenta que la bala ha traspasado cuatro paredes de vídeo de casi 40 mm de grueso en total. Eso es letal para una persona suficientemente de penetrar el cráneo y traspasar por lo menos la mitad del cerebro».
Las armas se enviaban por una compañía de paquetería y para no levantar sospechas se hacía en varias partidas con el arma desmontada, de tal manera que sólo aparecían piezas de mecanismos si el paquete pasaba por un escáner. Normalmente, la organización pagaba las armas contra rembolso, cuando las tenían en su poder. Pero en alguna ocasión intentaban estafar a los vendedores. Según el informe de la Guardia Civil, el líder de los DDP lo intentó en al menos una ocasión: «Se habrían valido de esta modificación para, con ánimo de lucro, inducir engaño bastante para producir error en M.A. y recibir el arma sin abonar la misma».
Las pruebas con conversaciones y fotografías son tan numerosas que los guardias civiles que realizaron el atestado las incluyeron en un anexo aparte de 28 páginas.